viernes, 10 de octubre de 2008

Lluvia de otoño



Respirando la brisa de este dulce otoño, recién empezado y tomando su apreciada lluvia, como símbolo de que algo bueno tiene que llegar, varios pensamientos llegan a mi mente... como que, llegada esta melancólica estación, en la que caen las hojas, me doy cuenta de que ya han caído suficientes lágrimas, por mis mejillas, consiguiendo limpiar esa parte de mí, que no me permitía dejar atrás el pasado. Por fin, lo he ido consiguiendo y con ello, no pensar demasiado en el futuro e intentar disfrutar del presente, al máximo; despertar mi conciencia ante aquellas cosas, que no quería ver o que ignoraba de mí misma, intentando sobreponerme, cada día, a todo aquello, que antes daba por imposible superar.


Pero cuán largas se hacen, a veces, las noches... aquellas, en las que sueño despierta que te encuentro; aquellas, en las que imaginarte se me hace un mundo infinito, pues no sé ni cómo serán tus ojos... con los que me mirarás tan tierno, ni tu sonrisa... con la que iluminarás mis días, ni tus manos... aquellas, que apretarán fuerte las mías; no sé cómo será tu voz... con la que harás enmudecer mis malos momentos, ni cómo sonará tu risa... aquella, que intentaré hacer brotar a la más mínima y provocará, a su vez la mía; ni tus lágrimas... aquellas, que yo secaré cuando lo necesites....

Lo que sí sé, es que tu humanidad, superará lo que he conocido hasta ahora, que tendrás aquella capacidad de entender mis bajos momentos, que tu amor por la vida será como el manantial de agua, fresca y pura, que caerá sobre mí, renovándome y haciéndome olvidar todo lo que viví y así reconciliarme con mi subsistir, con mis lamentos.... así, como también sé que tu dolor, junto con el mío, se retirará al abismo del olvido; que cuando nuestras manos se unan, veremos la vida de otro color; que cuando se encuentre nuestro mirar, nos hará sentir un alma eterna; que este mundo, se convertirá en nuestro universo y ya será otro, nuevo y mágico, donde juntos, compartiremos un camino, en el que venceremos a nuestos peores enemigos : nuestros miedos.

¡Cuánto se hace esperar tu presencia!... pero mientras no vengas a por mí, déjame que sea feliz, que no piense tanto en tu posible existir, que la melancolía que siento por no encontrarte, me deje disfrutar del aroma a lluvia de este otoño, amar mis momentos de soledad más profunda, aquellos momentos, en los que me sumerjo en mí misma, descubriendo un mundo de fantasía, de paz, armonía y serenidad; pero eso sí, no tardes mucho en llegar...
...sinó tendré que cantar el estribillo de esta canción "serenidad" de Nek :


2 comentarios:

Lila dijo...

Precioso, para mi el otoño es triste soy de las que se ha sentado a llorar por la caida de las hojas...

Espero que cada día la espera sea más corta.

Un beso.

Gemma dijo...

Es sano dejar que el otoño nos llegue al alma y su lluvia y la nuestra nos renueven. Gracias por pasarte por aquí y dejar el comentario.
Un beso para tí tambien.