
Estás en ese lugar, donde brota mi sentir, donde mueren mis desdichas, nacen mis anhelos y se reinventan mis sueños.
Eres el único milagro, capaz de transformar la más profunda oscuridad, en la más brillante claridad que pueda existir.
Eres los brazos que me acunan, por fin, cuando mi alma quiere descansar, tras una agotadora lucha por conseguir la paz.
Eres la esperanza que surge de mi ser, cuando veo el color que le regalas a mis mañanas, al iluminar todo lo que me rodea.
Eres la verdad a la que recurro, cuando de repente, mis locuras quisieran brotar y sólo tu me devuelves a la realidad.
Eres la magia que inspira la sonrisa de un niño y la ternura que despiertan los ojos de ese anciano, que todavía miran con fe.
Estás en la sencillez de aquel, que aún conociéndose sabio, camina por la vida, con humildad compartiendo sus conocimientos.
Eres aquella mano generosa que me sostiene, para continuar en un mundo, que sin ti, iría destinado a la irremediable perdición humana.
Estás más presente que nunca, cuando de noche, observo la luna y siento no ser nada y a la vez todo, en medio de un infinito universo.
Eres aquella luz pura e invencible, que me guía en los momentos, en que parece que vaya a perderme, entre las penumbras, de una temida desgana.
Estás en mí, te llevo conmigo a todas partes donde voy y despiertas mi consciencia, cuando observo, en mi silencio, que ya no necesito nada más que sentir tu presencia.
Gemma-Enoa.